«Por eso pido tu ayuda, SEÑOR,
    tú eres mi refugio;
    eres todo lo que tengo en este mundo.»

Salmos 142:5 PDT

Dios es el lugar de mi seguridad, Él es mi refugio, a quién pido ayuda y compasión porque sé la clase de pecador -perdonado- que soy. Dios es a quién le cuento mis quejas y angustias. A pesar de Su Santidad Él no me juzga, al contrario, me da oportunidades…

Meditaba esta mañana que así es como yo debería ser con los demás: una persona que no juzga, que es paciente, que ama, que ayuda y que guía. Como Jesús es.

El único problema con eso es que honestamente no soy así, más bien me fluye todo lo contrario, así que: ¿Qué voy a hacer para cambiar? Se me ocurren las siguientes cosas prácticas:

  • Antes de juzgar buscaré entender.
  • Antes de perder la paciencia recordaré Su paciencia para conmigo.
  • Antes de ser áspero y desinteresado voy a pensar que a Él le importa la gente.
  • Antes de querer ser servido voy a buscar servir a otros.
  • Antes de querer guiar voy a recordar Sus principios y aconsejaré en base a ellos.

Todos deberíamos tener un refugio a quién acudir tanto en el cielo como en la tierra.

Convirtiéndome en un refugio seguro

Marcos Zúniga


Discípulo de Jesús | Investigador en Formación | Máster | Ingeniero en Sistemas Computacionales | Promotor de Arte Dramático | Blogger


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